Seguramente no os acordáis porque fue hace ya tres o cuatro apocalipsis, pero ha habido un apagón.
Concretamente el 28 de abril aproximadamente a las 12:30.
Yo estaba intentando escribir cuando se me fue la luz y no le di importancia porque siempre nos salta la luz cuando pongo a la vez el radiador y el horno. Siempre me digo que es la última vez que pasa y que me acordaré para la próxima y siempre se me olvida hasta que vuelve a saltar. El caso es que pensé: ya lo he vuelto a hacer.
Que ese día no estuvieran encendidos ni el radiador ni el horno me pareció un detalle sin importancia.
"Me estoy superando a mí misma", pensé.
Mientras tanto, ZaraJota estaba teletrabajando. Su primera reacción al quedarse sin luz fue apagar el radiador y el horno, pero se los encontró ya apagados, así que salió al pasillo de la comunidad y vio que estaba sin luz también.
Concretamente el 28 de abril aproximadamente a las 12:30.
Yo estaba intentando escribir cuando se me fue la luz y no le di importancia porque siempre nos salta la luz cuando pongo a la vez el radiador y el horno. Siempre me digo que es la última vez que pasa y que me acordaré para la próxima y siempre se me olvida hasta que vuelve a saltar. El caso es que pensé: ya lo he vuelto a hacer.
Que ese día no estuvieran encendidos ni el radiador ni el horno me pareció un detalle sin importancia.
"Me estoy superando a mí misma", pensé.
Mientras tanto, ZaraJota estaba teletrabajando. Su primera reacción al quedarse sin luz fue apagar el radiador y el horno, pero se los encontró ya apagados, así que salió al pasillo de la comunidad y vio que estaba sin luz también.
-Lorz, esta vez te has superado a ti misma -me dijo.
Así que siguió el protocolo establecido para esas ocasiones y mandó un mensaje a su grupo de trabajo.
"Me he quedado sin luz".
Varias personas contestaron: "Y yo también".
El problema es que esas algunas de esas personas no vivían en la misma ciudad. Ni siquiera en la misma comunidad autónoma. Algunas, ni siquiera en comunidades autónomas colindantes.
-Uy.
Así que siguió el protocolo establecido para esas ocasiones y mandó un mensaje a su grupo de trabajo.
"Me he quedado sin luz".
Varias personas contestaron: "Y yo también".
El problema es que esas algunas de esas personas no vivían en la misma ciudad. Ni siquiera en la misma comunidad autónoma. Algunas, ni siquiera en comunidades autónomas colindantes.
-Uy.
De momento todavía teníamos datos en el móvil, pusimos 24 horas y vimos en directo la cara del presentador cuando le contaron lo que acababa de pasar y cuando él lo contaba a su vez.
-Uy.
Pero los datos empezaban a fallar.
-Uy.
-Vamos a comprar un transistor -le dije a ZaraJota.
Yo tenía uno en la cocina, pero se lo presté a la niña un momento y ahora tengo dos y medio y ninguno funciona. El transistor era lo único que me faltaba en mi equipo prepper: tengo cerillas, velas, linterna, un cargador de móvil solar, comida preparada y papel higiénico.
No estoy loca, es que acabo de publicar un libro sobre una sociedad sin suministro eléctrico y en cuanto te pones a investigar sobre el tema te da por pensar cosas. Y no son cosas bonitas.
El caso es que bajamos corriendo a comprar un transistor.
-Solo puedo cobrar en efectivo -nos dijo la dependienta-, me he quedado sin luz.
-Es nacional, por eso estamos comprando el transistor.
-Uy -dijo la dependienta. Y acto seguido se escondió un transistor para ella debajo del mostrador.
Encendimos en transistor y con él en la mano y acordándome fuertemente de mi abuelo, que se pasaba los veranos a un transistor pegado, fuimos a por los niños.
El niño no nos preocupaba demasiado.
Puede que haya tenido mis desavenencias con el colegio, pero lo cierto es que desde que empezamos allí han pasado por: el derrumbe de parte del tejado, la obra subsiguiente, la pandemia, Filomena, un par de obras más, varios robos masivos, una inundación y dos meses seguidos de lluvia sin poder bajar a los niños al recreo. Y siempre, siempre, han reaccionado rápido, bien y con eficacia.
De hecho, llegaron a enviar un correo tranquilizando a los padres y explicándoles cómo iban a actuar.
Acto seguido nos quedamos sin internet y yo en concreto no lo recibí hasta pasadas ocho horas, pero el caso es que lo hicieron.
Lo de la nena estaba más complicado.
Obviamente, el metro estaba cerrado, pero lo que no esperábamos era que también se hubiera cerrado el túnel bajo la M30. Básicamente, solo podía volver a casa andando.
No es que fuera peligroso.
Había pasado menos de una hora desde el apagón y en Marqués de Vadillo ya había policías controlando el tráfico. Se veía que la circulación era difícil, pero no imposible. Había muchísima gente en la calle, toda la que normalmente va por debajo de la calle, supongo, pero caminaba a lo suyo, sin prisa, sin pausa, a veces intercambiando miradas de circunstancias. Otro apocalipsis. Pues nada, esta semana ya hemos cumplido.
El problema es que el sentido de orientación de la nena es... bueno. Es. La queremos mucho.
Y sin GPS.
Y sin semáforos.
Y con doce años.
Y con tendencia a desmayarse cuando hace calor.
Y qué calor hacía, dos meses lloviendo y justo el día del apagón... menos mal, porque solo faltaba que lloviera.
Le mandamos un mensaje: Espera en la puerta, vamos a buscarte.
Confiamos en que le llegara y si no, no pasaba nada, su padre estaría en la puerta antes de que ella saliera
Teníamos tiempo de sobra, no salía hasta las dos.
Pasada la una y media recibí una llamada suya. De puro milagro, porque internet no iba y la línea telefónica estaba regulinchi.
Esto fue lo que yo escuché:
-Mami -la niña parecía histérica. No sabemos por qué es, pero por teléfono siempre suena absolutamente histérica. Ya sabemos, por ocasiones anteriores, que normalmente no está histérica, pero en ese momento sospecho que lo estaba-. ¿Mami? GSGKFSFGSÑFHGSÑ profesores FSÑGFGKSJFÑKJSFGÑKJSFJG atentado GÑSFSLFJGSJFLGH no hay clase GGSÑJHGSFJGH calle...
Mi úlcera bien, gracias.
-QUÉDATE EN LA PUERTA, QUÉDATE EN LA PUERTA, QUÉDATE EN LA PUERTA -empecé a gritar, esperando que le llegara alguna.
-GSÑFSÑFGKSFNLSJH mis amigas SJGFJÑSKJGSGHSJKGHSJLG
-QUÉDAOS EN LA PUERTA, TODAS, QUEDAOS EN LA PUERTA, YO AVISO A LOS PAPÁS, EN LA PUERTA, EN LA PUERTA...
Se cortó.
Y esa fue la última vez que hablé con ella.
Bien, bien, la úlcera súper bien.
Mientras tanto, el niño salió del colegio.
Estaba tan tranquilo. Al parecer la profe les había dicho que aprovecharan la feliz ocasión para ordenar las cajoneras. Si yo hubiera sabido que un apagón nacional podía servir para que los niños ordenaran habría cortado el suministro yo misma. Con los dientes.
De hecho, no descarto hacerlo en un futuro.
-Hoy es un día especial -le dije-. Vamos andando a casa porque el metro está cerrado.
-Joooo... hace mucho calor.
-¡Pero es mejor! Así vemos lo que pasa por la calle. Es muy importante que nos fijemos en todo, hoy es un día histórico.
La cara del niño fue un poema. Un poema épico. Con muchas estrofas.
Tiene nueve años.
Hace poco descubrimos que no recuerda NADA previo a la pandemia.
-¿Otro día histórico?
-Sí.
Suspiró.
-¿Qué comemos?
-Es lunes: lentejas.
-Entonces vale.
Al menos tiene claras sus prioridades.
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El próximo 17 de mayo a partir de las 18 horas estaré en la caseta 9, librería Yume, de la Feria del libro de Vallecas. El resto del fin de semana estaré en el Krunch en el CC. Cuadernillos.
¡Venid a verme antes de que el mundo se acabe (otra vez)!