12 mayo 2025

El apagón



Seguramente no os acordáis porque fue hace ya tres o cuatro apocalipsis, pero ha habido un apagón. 
Concretamente el 28 de abril aproximadamente a las 12:30.
Yo estaba intentando escribir cuando se me fue la luz y no le di importancia porque siempre nos salta la luz cuando pongo a la vez el radiador y el horno. Siempre me digo que es la última vez que pasa y que me acordaré para la próxima y siempre se me olvida hasta que vuelve a saltar. El caso es que pensé: ya lo he vuelto a hacer.
Que ese día no estuvieran encendidos ni el radiador ni el horno me pareció un detalle sin importancia. 
"Me estoy superando a mí misma", pensé. 
Mientras tanto, ZaraJota estaba teletrabajando. Su primera reacción al quedarse sin luz fue apagar el radiador y el horno, pero se los encontró ya apagados, así que salió al pasillo de la comunidad y vio que estaba sin luz también.
-Lorz, esta vez te has superado a ti misma -me dijo.
Así que siguió el protocolo establecido para esas ocasiones y mandó un mensaje a su grupo de trabajo.
"Me he quedado sin luz".
Varias personas contestaron: "Y yo también".
El problema es que esas algunas de esas personas no vivían en la misma ciudad. Ni siquiera en la misma comunidad autónoma. Algunas, ni siquiera en comunidades autónomas colindantes.
-Uy.
De momento todavía teníamos datos en el móvil, pusimos 24 horas y vimos en directo la cara del presentador cuando le contaron lo que acababa de pasar y cuando él lo contaba a su vez.
-Uy.
Pero los datos empezaban a fallar. 
-Uy.
-Vamos a comprar un transistor -le dije a ZaraJota. 
Yo tenía uno en la cocina, pero se lo presté a la niña un momento y ahora tengo dos y medio y ninguno funciona. El transistor era lo único que me faltaba en mi equipo prepper: tengo cerillas, velas, linterna, un cargador de móvil solar, comida preparada y papel higiénico.
No estoy loca, es que acabo de publicar un libro sobre una sociedad sin suministro eléctrico y en cuanto te pones a investigar sobre el tema te da por pensar cosas. Y no son cosas bonitas.
El caso es que bajamos corriendo a comprar un transistor.
-Solo puedo cobrar en efectivo -nos dijo la dependienta-, me he quedado sin luz.
-Es nacional, por eso estamos comprando el transistor.
-Uy -dijo la dependienta. Y acto seguido se escondió un transistor para ella debajo del mostrador. 
Encendimos en transistor y con él en la mano y acordándome fuertemente de mi abuelo, que se pasaba los veranos a un transistor pegado, fuimos a por los niños. 
El niño no nos preocupaba demasiado. 
Puede que haya tenido mis desavenencias con el colegio, pero lo cierto es que desde que empezamos allí han pasado por: el derrumbe de parte del tejado, la obra subsiguiente, la pandemia, Filomena, un par de obras más, varios robos masivos, una inundación y dos meses seguidos de lluvia sin poder bajar a los niños al recreo. Y siempre, siempre, han reaccionado rápido, bien y con eficacia.
De hecho, llegaron a enviar un correo tranquilizando a los padres y explicándoles cómo iban a actuar. 
Acto seguido nos quedamos sin internet y yo en concreto no lo recibí hasta pasadas ocho horas, pero el caso es que lo hicieron.
Lo de la nena estaba más complicado.
Obviamente, el metro estaba cerrado, pero lo que no esperábamos era que también se hubiera cerrado el túnel bajo la M30. Básicamente, solo podía volver a casa andando.
No es que fuera peligroso. 
Había pasado menos de una hora desde el apagón y en Marqués de Vadillo ya había policías controlando el tráfico. Se veía que la circulación era difícil, pero no imposible. Había muchísima gente en la calle, toda la que normalmente va por debajo de la calle, supongo, pero caminaba a lo suyo, sin prisa, sin pausa, a veces intercambiando miradas de circunstancias. Otro apocalipsis. Pues nada, esta semana ya hemos cumplido.
El problema es que el sentido de orientación de la nena es... bueno. Es. La queremos mucho. 
Y sin GPS.
Y sin semáforos. 
Y con doce años. 
Y con tendencia a desmayarse cuando hace calor. 
Y qué calor hacía, dos meses lloviendo y justo el día del apagón... menos mal, porque solo faltaba que lloviera.
Le mandamos un mensaje: Espera en la puerta, vamos a buscarte.
Confiamos en que le llegara y si no, no pasaba nada, su padre estaría en la puerta antes de que ella saliera
Teníamos tiempo de sobra, no salía hasta las dos.
Pasada la una y media recibí una llamada suya. De puro milagro, porque internet no iba y la línea telefónica estaba regulinchi.
Esto fue lo que yo escuché:
-Mami -la niña parecía histérica. No sabemos por qué es, pero por teléfono siempre suena absolutamente histérica. Ya sabemos, por ocasiones anteriores, que normalmente no está histérica, pero en ese momento sospecho que lo estaba-. ¿Mami? GSGKFSFGSÑFHGSÑ profesores FSÑGFGKSJFÑKJSFGÑKJSFJG atentado GÑSFSLFJGSJFLGH no hay clase GGSÑJHGSFJGH calle...
Mi úlcera bien, gracias. 
-QUÉDATE EN LA PUERTA, QUÉDATE EN LA PUERTA, QUÉDATE EN LA PUERTA -empecé a gritar, esperando que le llegara alguna.
-GSÑFSÑFGKSFNLSJH mis amigas SJGFJÑSKJGSGHSJKGHSJLG 
-QUÉDAOS EN LA PUERTA, TODAS, QUEDAOS EN LA PUERTA, YO AVISO A LOS PAPÁS, EN LA PUERTA, EN LA PUERTA...
Se cortó.
Y esa fue la última vez que hablé con ella. 
Bien, bien, la úlcera súper bien.
Mientras tanto, el niño salió del colegio.
Estaba tan tranquilo. Al parecer la profe les había dicho que aprovecharan la feliz ocasión para ordenar las cajoneras. Si yo hubiera sabido que un apagón nacional podía servir para que los niños ordenaran habría cortado el suministro yo misma. Con los dientes.
De hecho, no descarto hacerlo en un futuro. 
-Hoy es un día especial -le dije-. Vamos andando a casa porque el metro está cerrado.
-Joooo...  hace mucho calor. 
-¡Pero es mejor! Así vemos lo que pasa por la calle. Es muy importante que nos fijemos en todo, hoy es un día histórico.
La cara del niño fue un poema. Un poema épico. Con muchas estrofas.
Tiene nueve años. 
Hace poco descubrimos que no recuerda NADA previo a la pandemia.
-¿Otro día histórico?
-Sí.
Suspiró.
-¿Qué comemos? 
-Es lunes: lentejas. 
-Entonces vale. 
Al menos tiene claras sus prioridades.


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El próximo 17 de mayo a partir de las 18 horas estaré en la caseta 9, librería Yume, de la Feria del libro de Vallecas. El resto del fin de semana estaré en el Krunch en el CC. Cuadernillos.
¡Venid a verme antes de que el mundo se acabe (otra vez)!














28 abril 2025

Los ciervitos son un primor

 No sé qué pasa que cada vez que subimos a ver a mi suegra tenemos un incidente zoológico
Esta vez no se trató de patos, sino de ciervos.
Sí, la cosa va escalando.
A mí no me gusta exagerar, pero seguramente lo próximo serán elefantes, ballenas o King Kong.
El caso es que fuimos a una cosa que se llama Parc Samà, que es una cosa muy de catalanes ricos del siglo XIX, con plantitas y edificitos y estanquitos y animalitos.
-Pero patos no habrá, ¿no? -pregunté.
-...
-Mierda.
En el parque este puedes comprar comida para dársela a los animales, que a mí de inicio ya me parece un error cósmico porque por lo general cuando compro comida lo que me gusta es comérmela yo, pero bueno. Pensé que a los niños les haría gracia, así que le dije a ZaraJota:
-Compra comida para los animalitos.
Y ZaraJota me dijo: 
-No me gusta que hables así de tus hijos, y además te he visto meter tres weikis en el bolso antes de salir.
-Para los animalitos del parque. 
Y ZaraJota se fue a comprar comida para los animales y volvió con un vaso de cartón lleno de maíz.
-Ah, estupendo, palomitas, solo necesitamos el microondas.
-Es para los animales. 
-Jo.
Mi decepción era doble y comprensible: primero, porque ahora que habíamos sacado el tema me apetecían mucho las palomitas. 
Segundo, porque no entendía cómo íbamos a darle aquello a los ciervos. ¿Tirándolo al suelo como a las gallinas? Mi experiencias previas no me dieron ninguna pista: cuando vamos a Burrolandia, que es una cosa que recomiendo mucho si tienes los epitelios olfativos atrofiados, siempre nos dan zanahorias y lechugas, que puedes agarrar de un ladito mientras el burrito las coge por el otro pero, ¿MAÍZ?
Mientras paseábamos entre los loritos, los patitos, los gansitos y una cosa que parecía un dinosaurio reducido pero con las ansias de matar intactas, le iba dando vueltas al asunto maíz. Tenía una sospecha. 
Y la sospecha se confirmó cuando por fin llegamos a los ciervitos y vi que la gente se ponía el maíz en el hueco de la mano y los ciervitos hacían el equivalente a un french kissing. Pero en la mano. Con ciervos. 
-AAAARGGGGH -pensé. Ojo que solo lo pensé. Decirlo en alto habría arruinado la magia y además estoy intentando educar a mis hijos para que sean valientes y atrevidos y nos les dé asco que un ciervo practique sexo oral con sus manos.
-¿Quién quiere dar de comer a los ciervitos?
-YO NO -exclamaron al unísono. Cuando quieren se llevan fenomenal.
-Venga, si no pasa nada -le dije, y les llené el hueco de las mano de maíz-. Venga, acercar las manitas.
Otra cosa no, pero mis hijos son obedientes. Levantaron las manitas y ofrecieron el maíz a los ciervitos. Pero cuando los ciervitos se acercaron, los niños entraron en pánico, retiraron la mano y el maíz fue a parar al suelo.
-Ooooohhhh.
A los ciervitos les dio igual. Deben estar acostumbrados. Y ser poco escrupulosos, porque se pusieron a hacerle el beso tuerca al suelo hasta que se comieron todo el maíz.
Luego, se quedaron mirándonos con el morro chorreando barro.
-¿Y ese barro? -pregunté. No tenía que haber preguntado.
-Es lo que pasa cuando mezclas babas de ciervo y tierra de suelo.
Repito: no tenía que haber preguntado.
-¿Y esa espuma?
-Creo que es lo que pasa cuando mezclas babas de ciervo y maíz de vaso.
Una vez más: no tenía que haber preguntado. 
-Bueno... -dije, porque era mi deber como madre-, ¿queréis darle más de comer al ciervito?
-NO.
-Pero si no pasa nada. 
-Pues hazlo tú.
-Eh...
Ser madre es una cosa compleja. Quieres que tus hijos sean mejores que tú, que no tengan tus complejos, tus miedos y tus mierdas. Eso te obliga a veces a hacer cosas que preferirías no hacer.
Como darle de comer a un ciervito babeante.
Cogí un puñado de maíz y alargué la mano para ofrecérselo al ciervito. El ciervito me miró un segundo, chorreando barro y espuma por la boca. Cerré los ojos. Todavía estoy muy delicada de la úlcera y cualquier cosa me hace echar la pota. No me hubiera importado porque empiezo a estar muy acostumbrada, pero es que veía al ciervito capaz de comérsela. 
Sospecho que esto habría arruinado la magia por completo.
Así que cerré los ojos y me mantuve impertérrita mientas el ciervo le hacía a mi mano cosas que jamás le había hecho nadie. Con barro, babas y espuma de maíz. Pero tenía que pensar en mis hijos. Tenía que hacerles creer que aquello era una momento mágico.
-AAAAAAAAAARRRRRRRRRG -grité- QUÉ ASCOOOOOOOOO ESTÁ TODO GRUMOSO DE BARROOOOOO PERO QUÉ ES ESOOOOOO DEJA DE CHUPARME POR FAVOOOOOOOR NO QUEDA MÁS MAÍZ QUÉ PRETENDES SACAR DE AHÍ ME MUERO Y ME MUERO Y CREO QUE VOY A POTAR Y LUEGO ME MUERO.
Cuando el ciervo acabó de lo que fuera que estuviera haciendo, me volví hacia los niños, con la mano chorreando babas marrones, y les dije con mi mejor sonrisa:
-¿Veis como no pasa nasa? Ahora probad vosotros.
-NO.
-Jooooooo, hemos venido para nada.
-No, para nada no - contestó ZaraJota-: te he hecho muchas fotos.

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El sábado 17 de mayo a las 18:00 estaré en la 9ª Feria del Libro de Vallecas, firmando toda mi obra en la caseta de la Librería Yume. Podéis comprar mis libros allí mismo con descuento de feria o traer lo que ya tengáis en casa, yo lo firmo todo. 













14 abril 2025

Coche amarillo

 


Iba yo por la calle tan tranquila y sin meterme con nadie cuando Nene-kun gritó: 
-¡COCHE AMARILLO!
Y procedió a meterme tremenda colleja que a mí no me gusta exagerar, pero tuve que recoger del suelo mis amígdalas y volvérmelas a poner. 
Pesa veinte kilos pero está fuerte, el enano. 
-Pero qué te pasa.
-Que he visto un coche amarillo.
-Ah.
-El primero que ve un coche amarillo gana un punto -me explicó Nena-chan
-¿Y la colleja?
-Para que quede claro.
-Ah.
Como parecía que esto era importante para ellos, intenté sumarme al juego.
Vale, quería darles collejas impunemente, eso también.
-¡Coche amarillo! -gritaba.
-Mami, tienes que gritar a la vez que das la colleja, no vale y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo!
-Mami, tienes que dar la colleja en el hombro, no vale y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo!
-Mami, es un camión, no vale y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo!
-Mami, ya te lo hemos dicho muchas veces, las bicis de Glovo no valen y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo, coche amarillo, coche amarillo, coche amarillo!
-Mami, nos has traído a correos a propósito, no vale y ganamos un punto los demás.
Empezaba a tener la impresión de que no iba a ganar nunca. 
Al menos, mientras los niños estuvieran delante. 
Así que busqué un medio alternativo: el grupo familiar de whatsapp.

-Mami, ¡no vale! 
-¿Por qué?
-¡Porque tenemos que estar delante!
A mí eso me pareció un simple tecnicismo y decidí que no me iba a rendir. 


-¡MAMI, QUE ASÍ NO VALE!


-¡MAMI, QUE ASÍ NO VALE!


-¡MAMI, QUE ASÍ NO VALE!


-¡MAMI, ESO NI SIQUIERA ES UN COCHE!
Desde luego, está claro que siempre van a tener una excusa.




24 marzo 2025

El alien



Yo estoy a favor de una sanidad pública, gratuita y de calidad. 
El problema es que cuando llevas más de un año con un dolor como si un alien estuviera intentando salir a mordiscos de tu estómago, has ido a tu médico de cabecera y a urgencias incontables veces, y la respuesta ha sido, por decirlo suavemente, variopinta (la último fue: "un dolorcito de barriga que quizá estés exagerando"), como que te dan ganas de coger tus principios y metérselos a alguien por el orto. 
A alguien que lleve bata blanca. O pijama azul. La verdad es que no soy caprichosa. 
Ya sé lo que estáis pensando: "La que hay que hacer es seguir luchando por la sanidad pública".
Y es lo que pienso seguir haciendo, pero por lo que sea para eso necesito seguir viva. Y si os digo la verdad, durante los últimos meses estaba convencida de que me iba a morir; no porque tuviera nada grave, sino porque no estaba recibiendo ninguna atención médica, más allá de recetarme ansiolíticos para mi dolor imaginario mientras me decían que intentara no tomármelos, que lo que tengo que hacer es mantener una actitud más positiva.
Cómo se supone que tienes que mantener una actitud positiva mientras te sientes todo el rato como si un alien estuviera intentando salir a mordiscos de tu estómago pero tienes que hacer vida absolutamente normal porque los médicos insisten en que te lo estás inventando yahoo respuestas. 
El caso es que después de un año me rendí e hice exactamente lo que las personas que están destruyendo la sanidad pública quieren: irme a la sanidad privada.
Porque la sanidad privada no es ni mejor, ni más rápida, ni más eficiente, pero con tal de cobrar al seguro son capaces de extraerle el apéndice a un huevo duro. Que no era mi caso. Pero a lo mejor al alien que intentaba salir a mordiscos de mi estómago le apetecía un huevo duro. O un apéndice. A esas alturas ya me parecía todo bien.
En cuestión de semanas me hicieron analíticas como para alimentar a varios vampiros pobres, ecografías, estudios de la orina (se ve que hay gente para todo) y lo último era la gastroscopia. 
-Con sedación general, no te preocupes -me dijeron.
Yo no me preocupé, al contrario, casi me emociono pensando en que iba a dormir sin sentir el dolor permanente del alien incluso en sueños.
Estaba encantada con la idea.
Al menos hasta que llegué a mi cita y me dijeron que me desnudara por completo.
-¿Para una gastroscopia?
-Y para la colonoscopia.
-¿Qué colonoscopia?
-La que te vamos a hacer. 
-Qué.
-¿Nadie te ha dicho nada?
-No.
A ver, yo no tengo nada en contra de que me profanen los orificios pero no sé, qué menos que avisarme, decirme unas palabritas cariñosas, quizá una cena romántica antes...
-Pero no te preocupes que te vamos a sedar.
-Ah, vale, que lo van a hacer mientras estoy inconsciente, eso mejora la cosa muchísimo...
-Señora, por favor. 
Ese día, entre los nervios y el estómago vacío, tenía al alien dando saltos, así que valoré mis opciones y no me quedó más remedio que aceptar. Me desnudé, me pusieron una vía (esa es otra historia, pero la cuento mejor en persona), me tumbaron en una camilla y me pusieron un tubito por la nariz.
-¿Tenéis algo para las orejas? Quiero batir el récord de orificios profanados simultáneamente.
-Señora, por favor, intente relajarse, la anestesia le hará efecto enseguida.
-Señora será tu fruta madre y la anestesia no me está haciendo ef...
Lo siguiente que recuerdo es que estaba en otra habitación. Una enfermera me dijo que la anestesia tardaba un rato en disiparse y que me lo tomara con calma y le contesté que lo único que quería tomarme con calma era el desayuno, por favor y gracias. 
Salí un poco haciendo eses y me encontré con ZaraJota en la sala de espera. 
-¡Que me ha hecho una colonoscopia! -le grité. Varios pacientes que esperaban para entrar se encogieron en sus asientos.
-¿Qué?
-¡Que me han metido un tubo por el prisonwallet!
-¿Y la gastroscopia?
-También.
-Pues espero que no hayan usado el mismo tubo.
-¡AAAAAAAAAAARG!
-Pero Lorz, no te preocupes por eso, lo importante aquí es que tú tenías razón: es un alien.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque cuando hay sondas anales siempre son los aliens.



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Última semana para comprar mis libros en Lektu. 


10 marzo 2025

En la iglesia



He escrito otro libro. 
La culpa fue de Patricia, que me dijo:
-Tengo una idea para un libro y no la voy a usar.
Y claro, es que si vamos así, provocando...
El libro va de que el 25 de mayo de 2025
es posible que escogiera el fecha solo porque rima con "te la hinco", no me escondo"
explotan todos los microondas del mundo y el gobierno decide cortar el suministro eléctrico por cuestiones de seguridad.
No sé si alguna vez se os ha ido la luz en casa, pero está sin electricidad es una mierda muy grande. Así que pasan cosas. ¿Cosas nazis? Bueno, eso depende de la interpretación de cada uno.
Pero un poco sí.
El caso es que como es ciencia ficción tenía que hacer "world building", que es cuando llamas a inventarte un montón excesivo de detalles para disimular que ni escribes demasiado bien ni tu idea es demasiado original.
Es broma, es broma.
Yo hago mucho world building. 
Hacía.
Ahora es que me da muchísima pereza acordarme de tantas cosas. 
Así que seguí el clásico consejo: escribe de lo que sabes. Y si hay algo que me sé bastante bien es el camino de mi casa al colegio de los niños. 
Así que ambienté casi todo el libro en esa calle. 
Y en el hotel al que me iba a darle con el novio cuando era joven, vale, eso también.
Cosas que conocía bastante bien. 
Lo único que me fallaba era el interior de la iglesia, básicamente porque no había entrado nunca.
Llevaba un par de meses pensando en entrar de camino o de vuelta del colegio pero siempre voy con prisas y no había manera, pero un domingo pasé con los niños de camino a Madrid Río, vi que la puerta abierta, y entramos.
Lo que no se me ocurrió fue que, siendo domingo y cerca de las doce de la mañana, la puerta estaba abierta porque iba a empezar la misa.
Lo que tampoco se me ocurrió fue que, siendo 2025, hubiera aproximadamente varios millones de familias a las que conocemos, con sus varios trillones de niños.
Toda esa gente nos recibió con una sonrisa.
Estoy segura de que se alegraban sinceramente de que por fin hubiéramos encontrado a dios o lo que sea.
Una vocecita malvada dentro de mí también está segura de que pensaban que por fin nos íbamos a alejar del camino del mariconismo woke feminazi y dejar de dar la brasa con la tontería esa de los derechos humanos, pero bueno.
Puede que parezca que no tengo vergüenza pero el caso es que algo me queda así como en el fondo, así que al ver a todas aquellas caras, en su mayoría conocidas, me quedé un poco parada.
Por un momento pensé en darme la vuelta y salirme tal cual como si no hubiera pasado nada, pero los niños empezaron a saludar a sus amiguitos y me estropearon el plan.
Así que hice lo único que podía hacer: seguir para adelante y ponerme a palpar paredes como si fuera lo más normal del mundo.
Y es lo más normal del mundo. Cuando estás haciendo world building y necesitas saber cuánta humedad transmiten unas paredes, al menos.
Comprobé un par de puntos y luego, como si fuera lo más normal del mundo, les dije a los niños:
-Ya está, vámonos.
Y empecé a salir como si fuera lo más normal del mundo. 
A mis espaldas, escuché a uno de los niños preguntar a los míos:
-¿No os quedáis?
Claro que no nos quedamos, pensé, entrar a una iglesia solo a palpar paredes es lo más normal del mundo. 
Pero lo que mis hijos contestaron fue: 
-No, solo hemos entrado porque mi madre está escribiendo un libro.
Vale, nos vamos a tener que mudar. 


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Lektu acaba de anunciar que cierra a finales de marzo, así que si queréis comprar alguno de mis libros es el momento, porque es el único sitio en el que los podéis comprar online.

17 febrero 2025

Cruzeiro do Sul, zona universidad

 


Mi vecina tiene un loro que canta de noche. 
Cantar o la mierda que esa que hacen los loros, que es una cosa como "pi-piu", vaya, pero de noche. 
Antes de que venga nadie a indignarse, a mí no me molesta en absoluto, al contrario. Me hace compañía cuando no puedo dormir y, francamente, me molesta mucho más que ZaraJota, pongamos por caso, esté a mi lado durmiendo tan a gusto cuando yo no puedo. Pero no he venido aquí a esparcir un rencor más que justificado por la calidad del sueño de mi marido Y SU TOTAL INDIFERENCIA HACIA MI SUFRIMIENTO, porque lo llevo discretamente y con total abnegación. 
Además, el pobre bicho, o sea, el loro, no mi marido, no tiene culpa de que no poder conectarse a internet para que se le actualice el reloj y dejar de vivir en hora amazónica, o de dónde coño venga, que probablemente sea el Kiwoko de Islazul, pero él está orgulloso de sus raíces y canta, así a ojo, según el horario de Cruzeiro do Sul, zona universidad, cuarta arriba, cuarta abajo.
Él es feliz con su "pi-piu", yo soy feliz con su "pi-piu", ZaraJota es feliz durmiendo a pierna suelta a sabiendas de que a mí me está costando dormir, en fin, todo el mundo es feliz con el loro desubicao.
La que no parecía muy feliz era la vecina, y lo sé porque le pregunté.
-Tienes un pajarito, ¿no?
-Es un loro y no es mío.
-Ay, es que lo oigo cantar a veces -hice todo lo posible por poner ojitos manga, de verdad, pero es que tengo una úlcera. Casi todas mis miradas son como de que te quiero matar.
-¿Te molesta?
-No, no, que va. Al contrario -hice todo lo posible por sonar sincera, de verdad, pero es que tengo una úlcera. Casi todo lo que digo últimamente suena a que te quiero matar.
Yo creo que no me creyó. 
También creo que es posible que estuviera proyectando en mí sus propios sentimientos hacia el loro.
Y que no eran sentimientos bonitos.
El caso es que creo (digo "creo" para que no penséis que soy una stalker y me paso el día espiando a la vecina)  que empezó a meter al loro en el baño por las noches. El baño es interior y supongo que pensó que si el loro no veía ninguna luz, pero ninguna ninguna, tarde o temprano llegaría a la conclusión de que era de noche. 
Esta estrategia fracasó.
El loro no es tonto.
Aunque no vea luz, él sabe que es de día en alguna parte como, por ejemplo, Cruzeiro do Sul, zona universidad, cuarta arriba, cuarta abajo. Además... bueno. El baño es interior. como he dicho. Solo tiene una ventanita, que da a un respiradero. Como mi baño. Que también tiene una ventanita que da al mismo respiradero, a la misma altura. Frente a frente.
Y bueno, básicamente, así es como todo el edificio empezó a escuchar "pi-piu" cada vez que me levanto a mear.


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03 febrero 2025

Resistiré, aunque me meo todo


No sé en qué momento me transformé en una señora mayor y esto se convirtió en un blog de pupeces.
La semana pasada fui al médico a hacerme un estudio urodinámico que, para mi decepción, no consiste en toros con jersey rojo cantando Resistiré.
La última vez que me hicieron una urodinámica de esas, consistió en hacer pis sobre una especie de balanza que te mide la potencia chorril, así que yo iba muy tranquila.
Y con las bragas limpias, por supuesto.
Al médico siempre hay que ir con las bragas limpias, aunque sea el oftalmólogo.
Así que cuál no sería mi sorpresa cuando nada más llegar me dan un consentimiento informado para autorizar sedación, sonda por uretra y ano.
A mí lo de la sedación me parecía bien porque no seré yo quien se niegue a que la droguen. Lo de la sonda por la uretra lo podía entender porque al parecer el pis sale por ahí.
Ahora, lo de la sonda por el ano me dejó un poco de pasta boniato.
-La del ano es para medir y la de la uretra es para llenarte la vejiga de agua -me explicó el... ¿urodinatra? Urodinatra me va bien. Urodinatra. 
Lo del ano lo acepté sin problemas. A fin de cuentas, desde que me lesioné el coxis esa zona me avisa de cuándo va a llover, así que lo de medir cosas con el culo no me resultaba una idea extraña. El tema de usar mi vejiga como un globo de agua me preocupaba más.
-¿El agua está fría? -pregunté.
-Está del tiempo. 
-Estamos a bajo cero.
-...
-¿Y una vueltita en el microndas no se le podía dar?


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